PROFESIONALES
Por: PhD. Omar Alonso García Martínez[1]
La temperatura del planeta está en aumento, los días y las noches son más cálidos. Este proceso genera un aumento en la utilización de aparatos para enfriar el ambiente, lo que paradójicamente incrementa el calor planetario. El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 13 nos habla de la preocupación por la temperatura en el planeta y el cambio climático, un hecho para todos en la actualidad (Pacto Mundial, s.f.). En el siglo XIX se pueden encontrar las primeras preocupaciones científicas por el cambio climático; sus resultados evidenciaron que en el período paleolítico se presentó un acontecimiento de incremento de la temperatura, según estudios geológicos. Esta genealogía mostró que las cifras de calor aumentaban gradualmente con el paso del tiempo, como un fenómeno propio del planeta. Sin embargo, con el inicio de la era de la industrialización los procesos han acelerado los niveles de calentamiento.
El descubrimiento del efecto invernadero es controversial, al igual que sus efectos. En 1856 la científica estadounidense Eunice Newton Foote determinó que el calentamiento de la Tierra es producto del gas dióxido de carbono (CO2) y el vapor del ambiente (agua). Sin embargo, en el contexto de la época las mujeres no tenían cabida en los espacios científicos. Por ese motivo, Joseph Henry presentó los resultados de Eunice Newton Foote, eclipsando la imagen de la investigadora.
Desde la década de 1950 el interés por el imperceptible cambio de temperatura de aquel momento llamó la atención de diversos científicos, quienes encontraron mayores acumulaciones de CO2 en la atmósfera que no se presentaban únicamente en el presente de los estudios; así como también encontraron evidencia geológica y glacial de cambios más drásticos en el pasado. Esto plantea una especie de ciclo de cambio de temperatura que se puede determinar como lógico en el proceso de la Tierra.
Gracias al interés que surgió a mediados del siglo XX, se pudo llamar la atención sobre esta problemática a inicios de la década de 1990. No obstante, los incrédulos seguían sin convencerse de los resultados de las investigaciones, ya que los efectos de la época se consideraban aún imperceptibles. Además, esto motivó un cambio en el modelo de algunos negocios, como el del combustible fósil, nada conveniente para ellos.
En 1992 las Naciones Unidas celebraron el evento “Cumbre para la Tierra” en Río de Janeiro, Brasil, donde se planteó el desarrollo sostenible. Esta idea tenía como referencia los informes presentados en la década de 1970 por el Club de Roma, definiéndolo de la siguiente manera: “es aquel que satisface las necesidades del presente sin limitar el potencial para satisfacer las necesidades de las generaciones futuras” (Sequeiros, 1998, p. 7).
El interés por el cambio climático y el efecto invernadero se vio diezmado en la cumbre de 1997 en la ciudad de Kioto, Japón. Desde el inicio supuso un fracaso en la solicitud de disminuir los niveles de CO2 generados por las industrias con mayor incidencia en el calentamiento del planeta, primando la economía.
Los Objetivos del Nuevo Milenio celebrados en Nueva York (2000) plantearon las futuras realidades del siglo XXI, teniendo ocho ejes fundamentales: erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo. A pesar de la firma del tratado por cientos de países, estos objetivos no fueron fundamentales en los procesos estatales de los gobiernos.
En septiembre de 2015 las Naciones Unidas aprobaron la agenda para 2030 con los ODS, como una obligación de carácter universal. Con esta acción se pretende evitar el punto de no retorno. El panorama social y ambiental para las nuevas generaciones pronostica escenarios complejos, los cuales ya estamos sufriendo con el incremento de las temperaturas.
En marzo de 2024 la ciudad de Río de Janeiro alcanzó un nivel nunca registrado en la sensación térmica: 62.3 grados Celcius[2] (144.14 grados Fahrenheit). La Tierra se está transformando en una caldera donde todo su interior se está cocinando; incluso algunos proponen simbólicamente una vista previa del infierno. Los centros comerciales se aglomeran por tener aire acondicionado; las playas se convierten en escenario para las multitudes que buscan refrescarse y la sombra de los árboles es el mejor parasol.
La acción por el clima busca contrarrestar la disminución de los glaciares, lo cual aumenta la temperatura y los niveles del mar. El exceso o la escasez de lluvias provoca inundaciones o sequías que afectan los cultivos. El cóctel climático, junto con el aire caliente, genera ciclones o huracanes. El cambio en las fechas de las estaciones provoca un desequilibrio vegetal y animal.
Las acciones para compensar el cambio climático son un deber de todos. La Tierra es el único hogar que tenemos y sin las condiciones adecuadas las próximas generaciones corren el riesgo de ser las últimas.
Referencias
Sequeiros, l. (1998). De la III Cumbre de la Tierra (Rio de Janeiro, 1992) al fracaso de la Conferencia de Kioto (1997): claves para comprender mejor los problemas ambientales del planeta. Enseñanza de las Ciencias de la Tierra: Revista de la Asociación Española para la Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 6(1), 3-12. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=234709
Fest, S (2024) 62,3 grados de sensación térmica: Río de Janeiro se despide del verano con récord tras récord. El Mundo. Disponible en: https://www.elmundo.es/internacional/2024/03/18/65f855b6e85eced0378b458d.html
[1] Doctor en Artes Visuales de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Brasil (UFRJ, 2021). Magister en Comunicación/Educación de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (2015). Maestro en artes plásticas y visuales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (ASAB) (2010). Investigador del programa de diseño gráfico de la Fundación Universitaria San Mateo. Líder del grupo de investigación DESIGNO, estudios de la imagen, avalado por Colciencias. PAR académico del Ministerio Nacional de Educación desde el año 2015. Evaluador de proyectos del Ministerio de Ciencia, tecnología e innovación. Investigador de la (CUN) Corporación Unificada Nacional de Educación Superior en el programa de Dirección y Producción de Medios Audiovisuales. Miembro de CEIDA China Europe International Design Culture Association, de RINC Red Internacional de Creadores Visuales y Red de Investigadores en Diseño, de la Facultad de Diseño y Comunicación de la Universidad de Palermo (ARG).
[2] Fest, S (2024) 62,3 grados de sensación térmica: Río de Janeiro se despide del verano con récord tras récord. El Mundo. Disponible en: https://www.elmundo.es/internacional/2024/03/18/65f855b6e85eced0378b458d.html